La confianza es un aspecto fundamental en nuestras relaciones interpersonales y en nuestra vida en general. ¿Qué factores influyen en nuestra capacidad para confiar en los demás? ¿Cómo podemos mejorar nuestra propia confiabilidad? Descubre cómo la confianza puede afectar tus resultados y cómo puedes trabajar en ella.
Vas caminando por la calle y ves que se acerca un hombre de edad mediana, sucio, con una barba hirsuta, posiblemente bajo la influencia de alguna sustancia, al pasar junto a él te dice algo pero tú no te detienes y aceleras el paso. Un poco más adelante, hay una señora mayor que te pide instrucciones para llegar a cierto lugar y tú, con gusto, se las das con una sonrisa. Luego, desde un auto de lujo un hombre bien parecido y bien vestido, con una sonrisa muy bonita te pregunta si sabes a qué hora abren el banco y tú con mucho gusto le informas que a las nueve de la mañana. Mas adelante ves a una muchacha bien bonita esperando el autobús, te acercas y entablas conversación para conocerla y terminas acompañándola a donde iba y le invitas un café. Cuando quieres pagar te das cuenta que no traes tu cartera.
No se te ha ocurrido pensar que el hombre guapo del auto de lujo era el asaltante que esa mañana robó la sucursal del banco, que la señora a la que le diste las direcciones era eso, una señora pidiendo direcciones, que la muchacha que está aceptando tu galantería está casada ni que el vagabundo con el que te cruzaste al principio y no quisiste oír lo que quería era devolverte la cartera que se te había caído.
Ok, una historia no muy probable pero totalmente posible. ¿A dónde quiero ir con ella?
A cuestionarnos desde qué plataforma elegimos confiar o no en las personas. ¿Es su aspecto físico? ¿Es lo que nos recuerdan ciertas personas de otra gente o eventos en el pasado? ¿Serán principios que aprendimos? ¿Cuántas veces escuchamos que si alguien no ve de frente no es de confianza? ¿Por qué vamos a pedir trabajo vestidos de traje?
No estoy queriendo decir que debamos confiar en todo o en todos, no quiero implicar que confiar sea bueno y no confiar sea malo, o viceversa. Lo que quiero decir es que muchas veces no somos nosotros quienes elegimos en qué o en quién confiar. Ya hay una conversación heredada que nos condiciona el modo en que confiamos y es tan cotidiana que no nos percatamos de ella y la damos por hecho como una verdad indiscutible; y esa conversación que te (nos) usa condiciona de modo importante el modo en que nos relacionamos y por lo tanto, las acciones que están disponibles para nosotros y por supuesto, los resultados posibles.
¿Quieres hacer un experimento? Qué tal si hoy te fijas cuando salgas a la calle e interactúes con extraños los observas y te preguntas si confías en ellos o no, pero mucho más importante, ¿Qué es lo que te hace confiar o no en ciertas personas? ¿Confías más en mujeres o en hombres? ¿En personas bonitas o feas? ¿En ricos o en pobres? ¿Te recuerdan a alguien o a algo y por eso tiendes a confiar o no en ciertas personas? Aquí no se trata de las demás personas y si son o no dignas de confianza, se trata de ti y de que descubras cuál es esa conversación que está haciendo que confíes en unos y desconfíes de otros, porque esa conversación te está condicionando y si no la conoces no puedes hacer algo al respecto.
Si estuvieras imposibilitado de hacerlo tú, pero fuera de vida o muerte que depositaras un maletín con un millón de dólares en el banco, tus únicas opciones para que te hicieran el favor fueran los personajes de la historia del principio y no supieras el desenlace de ella, ¿A quién le hubieras pedido que llevara el maletín con el dinero al banco? ¿Y por qué?
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