La integridad es un concepto que se refiere a la cualidad de estar completo, de tener plenitud en algo. Cuando algo es íntegro, significa que no le falta nada y que está en su estado más completo y perfecto. Descubre más sobre este concepto y su importancia en diferentes ámbitos de la vida.
Estar Completo
Integridad es una palabra mágica, es la clave en la vida de cualquier ser humano. La integridad no te asegura el éxito en la vida pero sin ella nada funciona. Es la plataforma de poder desde la cual todo es posible, es la clave para que las relaciones humanas, y con ello el desempeño de las personas, alcancen niveles extraordinarios.
¿Qué es la integridad?
Cuando hablamos de integridad, no es raro que sintamos que sabemos de qué se trata y sin embargo nos sea difícil ponerlo en palabras. Sabemos que es algo deseable, lo consideramos bueno, hasta podemos decir que alguien es o no íntegro, pero tanto como una idea clara, de pronto es difícil tenerla y cuando la tenemos, frecuentemente tiene que ver con algo bueno o algo correcto.
Integridad se define como la calidad de completo de algo, su plenitud. Algo íntegro es algo a lo que no le falta nada. Algo que está entero y completo, pleno.
Si entendemos que el ser humano es su palabra, es decir, es la historia que él cuenta de si mismo (la interpretación que el le da al hecho de ser), entonces está completo siempre que sus acciones estén alineadas con esa historia, es decir, cuando honra con acciones su palabra. En cuanto hay una discrepancia entre lo que se dice (la palabra) y lo que se hace (las acciones) es como si hubiera una pieza que no embona, una pieza que no pertenece al todo. Una pieza que le falta al rompecabezas y por lo tanto no está completo. No está integro.
Nótese que hemos propuesto una definición de integridad en la que hay una distinción hecha que la separa de dos elementos que frecuentemente la acompañan: “bueno o malo” (moralidad) y “correcto e incorrecto” (ética). Una persona íntegra no requiere ser moral o ética, Se puede ser íntegro sin actuar “bien” o de modo “correcto”, sin embargo cabe notar que aunque la efectividad, el desempeño se consigue solo con siendo íntegro, los resultados, como seres que vivimos en sociedad, serán sostenibles y aceptables solo cuando se acompañe el comportamiento íntegro con el moral y el ético. Solo estaba tratando de dejar claro que, aunque es deseable que se acompañen tales distinciones, a efectos de definición son cosas diferentes.
Entonces, ¿Por qué es necesaria la integridad para que el desempeño y la efectividad de la persona sean extraordinarios?. Porque, como ya lo dijimos, somos seres que vivimos en un grupo y parte de nuestra categoría “humana” nos la da esa característica. Somos seres que nos relacionamos con otros seres del mismo tipo en una dinámica de grupo y nuestra efectividad y desempeño son en relación al grado en que me pueda relacionar con ese grupo. Es decir, en el grado de enrolamiento que sea capaz de causar en los demás, es decir, el valor que la gente encuentre en quien yo estoy siendo en cada momento. Es un factor de confianza necesaria para el grupo (en un grupo de cazadores nómadas cada cazador debe confiar (estar enrolado) en cada uno de los demás porque de esa confianza, de esa certeza de que cumplirá su compromiso con el resto, depende el resultado de todo el grupo).
En el ámbito moderno en el que nos encontramos, en grupos humanos que se cuentan por millones, pareciera que el impacto individual es casi nulo y si yo no cumplo mis compromisos no pasará nada. Hay tanta gente que alguien se hará cargo. Sin embargo el impacto en la persona que no cumple sus acuerdos, que no es íntegra, es el mismo. Las demás personas desconfían de él y de este modo la relación se ve afectada y por consecuencia, la efectividad de esa persona.
Una persona que se reconoce como su palabra, la honra honrando sus acuerdos y como consecuencia, su desempeño y eficiencia se ven impulsados por la confianza que genera y ese mismo enrolamiento lo coloca en un espacio de liderazgo.
Los pasos de la integridad.
El secreto para mantenerse en un estado de integridad es en realidad sencillo:
- No te comprometas a algo que no pretendas cumplir. Aprende cuándo decir “si” y cuándo decir “no”, a elegir responsablemente.
- Si hiciste un acuerdo, cúmplelo del modo en que se planteó originalmente.
- Si por alguna razón no es posible cumplir ese acuerdo del modo y en el tiempo que se planteó, infórmalo a las partes afectadas y haz un nuevo compromiso.
- Si eliges que no te interesa cumplir ese acuerdo porque cambiaste de opinión, infórmalo a las partes afectadas.
- Toma responsabilidad (hazte cargo) de los resultados tanto por haberlo cumplido como si no lo cumpliste.
Es así de simple. Sigue estos puntos en todas las áreas de tu vida y verás como tus resultados y tus relaciones comenzarán a moverse hacia resultados insospechados. Pero hazlo de un modo consistente. Si eres tu palabra todo el tiempo, hónrala todo el tiempo.
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