– ¿Quién eres?
– ¿Qué tipo de pregunta es esa? yo soy Bernardo Villar Pasquel.
– No, no, ése es tu nombre. ¿Quién eres?
No es una mala pregunta, ¿verdad? Puede parecer sencilla, pero la realidad es que es profundamente compleja y llena de matices. Responderla implica explorar la esencia de nuestra existencia, nuestras historias, nuestras acciones y, sobre todo, las narrativas que construimos y heredamos sobre nosotros mismos. En pocas palabras, yo soy la historia que cuento de mí. Quien soy se manifiesta en el presente, a través de lo que elijo ser y las acciones que llevo a cabo.
La historia que me contaron de mí
Desde pequeños, nuestra identidad se forma a partir de las historias que otros nos cuentan sobre quiénes somos. Nuestros padres, maestros, amigos y la sociedad nos ofrecen una serie de narrativas que moldean nuestra percepción de nosotros mismos. Estas historias no las inventamos, sino que las escuchamos y adoptamos como propias.
Por ejemplo, alguien pudo decirnos que somos inteligentes, pero impacientes. Que somos creativos, pero poco organizados. Sin darnos cuenta, estas palabras se convierten en etiquetas que llevamos como parte de nuestra identidad. A través del tiempo, estas proyecciones se entretejen con nuestras experiencias y acabamos creyendo que somos exactamente así: un reflejo de las percepciones externas.
Esto no significa que haya una conspiración contra nosotros. De hecho, es el único mecanismo que tenemos como seres humanos para construirnos una identidad. Sin embargo, lo importante es reconocer que esta historia inicial no es inmutable. Aunque no la elegimos conscientemente, podemos cambiarla.
¿Quién soy realmente?
La pregunta es intrigante: ¿quién puede saber mejor que yo quién soy?. Después de todo, he vivido mi vida y tengo una experiencia directa de mis pensamientos y emociones. Pero aquí está la paradoja: lo que creo ser no siempre coincide con lo que los demás perciben.
Por ejemplo, puedo pensar que soy amable y considerado, pero si mis acciones no lo reflejan, las personas a mi alrededor podrían percibir lo contrario. Así, no importa quién yo crea ser; lo que realmente importa es quién estoy siendo en el mundo, basado en mis acciones y en cómo me relaciono con los demás.
Feedback: un espejo de quién estoy siendo
¿Te atreverías a pedirles a las personas que te rodean que sean brutalmente honestas sobre cómo te perciben? Es un ejercicio valioso, pero desafiante. Escuchar tanto lo positivo como lo negativo puede ser impactante. ¿Qué pasaría si la percepción de los demás no coincide con la imagen que tienes de ti mismo?
Este feedback puede ser un espejo que revela quién estás siendo realmente, más allá de tus intenciones o creencias. Si muchas personas coinciden en ciertos aspectos, es probable que esa percepción tenga algo de verdad. La buena noticia es que esta información no es un juicio final, sino una oportunidad para ajustar quién eliges ser y cómo eliges actuar.
La acción como revelación de la identidad
Quien soy no es solo una idea o una percepción. Se revela a través de la acción. Las acciones que llevamos a cabo reflejan nuestras creencias internas y el contexto de persona que habitamos. Este contexto define las posibilidades de acción y, por ende, los resultados que podemos alcanzar.
Siendo la persona que he sido hasta ahora, mis resultados tenderán a repetirse, con poca variación. Para cambiar mis resultados, primero debo cambiar quién estoy siendo. Esto requiere acceder a nuevas posibilidades de acción que no están disponibles desde mi contexto actual.
Declarar quién elijo ser
El cambio comienza con una declaración: ¿quién elijo ser a partir de ahora?. No importa si no tengo evidencia de poder ser esa persona; lo importante es comprometerme con esa elección y practicarla constantemente.
Por ejemplo, puedo declarar que elijo ser una persona valiente y decidida, aunque hasta ahora haya sido temerosa o indecisa. Esta declaración es solo el inicio. Lo crucial es respaldarla con acciones coherentes y consistentes, hasta que esta nueva identidad se convierta en mi estado natural.
El poder de la práctica
El proceso de transformación no ocurre de la noche a la mañana. Es como aprender una nueva habilidad: requiere práctica constante. Elegir quién soy y actuar en consecuencia, una y otra vez, es lo que me permitirá convertirme en esa nueva versión de mí mismo con maestría.
Un entrenamiento de transformación se basa precisamente en esto: en practicar ser quien elijo ser, aun cuando no tenga pruebas previas de que puedo lograrlo. Es un viaje desafiante, pero profundamente enriquecedor.
¿Quién soy?
Responder esta pregunta no es un ejercicio estático. Es un proceso dinámico que evoluciona con el tiempo. Yo soy quien elijo ser y lo demuestro a través de mis acciones. ¿Y tú? ¿Quién eres? ¿Quién eliges ser a partir de este momento?
Atrévete a declarar una nueva versión de ti mismo y comienza a actuar en consecuencia. La transformación comienza con un pequeño paso, y ese paso puede cambiarlo todo.
- Tomando una postura de lider transformacional - abril 2, 2025
- Una vida De película - abril 1, 2025
- El arte de salirse con la suya - marzo 31, 2025