¡Tú no sabes lo que quieres!

Por Bernardo Villar

Lee con cuidado: “Tú no sabes lo que quieres”.

Quiero decir, me queda claro que sabes que quieres una relación espectacular con tu pareja, una relación sin precedentes con tus hijos: por supuesto que quieres ese auto nuevo, la casa de tus sueños, el negocio impresionante, la fortuna que sientes que te mereces. Por supuesto que quieres ese viaje, ese yate, esa casa de campo, en fin, todo eso que anhelas, yo se que genuinamente lo quieres y tal vez estés dispuesto a hacer lo que sea para traerlo a tu realidad.

Permíteme hacerte una sola pregunta que parecerá odiosa, o a menos tonta: ¿Para qué quieres todo eso? No quiero sugerir que querer tenerlo o tenerlo esté mal, solo quiero que te preguntes para qué lo quieres. No por qué lo quieres sino para qué lo quieres.

¿Ya te confundi? disculpa, no es mi intención. Permíteme explicarme: El por qué lo quieres es sencillo. Lo quieres porque lo quieres y punto. Puedes inventarte cualquier razón que te motive a tenerlo, pero eso no es importante. Lo que quiero que te respondas es ¿Para qué quieres eso que quieres? O sea, cuando lo tengas, ¿Qué?

A donde quiero llegar con esto es que estás viendo en la dirección equivocada. Lo que quieres no son todas esas cosas. Lo que quieres, tu meta es conseguir ser el tipo de ser humano capaz de generarlo. Y no solo de generarlo, sino de sostenerlo. Tu meta es crear un contexto que lo soporte, un contenedor donde todo eso pueda ocurrir y florecer.

Todo lo que tú crees en este momento que son tus metas no lo son.

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Alguna vez escuché que la mayor parte de las personas que se sacan la lotería en poco tiempo vuelven a estar económicamente como antes de ganarla. No se si el dato sea correcto, pero me parece lo suficiéntemente lógico como para que pueda serlo. No se trata de el contenido, sino del contexto que lo permita.

Si yo quiero tener un auto de lujo, no basta con tenerlo. Si no tengo el contexto que de cabida también a sus mantenimientos y composturas, para el seguro y sus papeles, no va a servir de nada tenerlo. El contexto no lo va a soportar. Si yo quiero una relación con una persona fabulosa, amorosa, comprensiva, independiente, inteligente, culta, abundante, sin límites, no va a funcionar que mi contexto no lo soporte, es decir, si mi contexto no es propicio para que una persona con estas características esté a gusto, no importa cuánto la quiera, la voy a perder.

Todo eso que tu crees que tu quieres puedes obtenerlo por el modo difícil, luchando contra el mundo, dando toda tu energía en ese afán de conseguir, tener, conservar o puede ser un resultado inevitable de quién seas. Cualquier persona escasa puede hacer el esfuerzo sobrehumano de ahorrar para comprarse una mansión multimillonaria. Pero mientras su contexto no cambie, perderá todo lo que le costó tanto obtener. En cambio, una persona abundante obtiene eso como un resultado del contexto en el que existe.

En resumen, tu no eres feliz porque tienes, sino que tienes porque eres feliz. Si quieres ser abundante requieres ser abundancia, si quieres ser amoroso requieres ser amor, si quieres ser exitoso debes convertirte en la distinción éxito.

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Tus metas no son las que crees que son. Tus metas no están afuera. Tus metas están adentro. Tu meta eres tu.

Tu no quieres metas, tu quieres resultados. Las metas se consiguen desde el hacer, los resultados emanan del ser.

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