Departamento de quejas. Transformación

Transformación

Por Bernardo Villar

Queja

nombre femenino

  1. Resentimiento o disgusto que se tiene por la actuación o el comportamiento de alguien.
  2. Reclamación o protesta que se hace ante una autoridad a causa de un desacuerdo o inconformidad.

No puedo imaginarme un escenario más terrible que el empleo de las personas que trabajan en una ventanilla de quejas y sugerencias. Imagínate un trabajo en el cual requieres escuchar el resentimiento y el disgusto de un sinfín de personas. Desde hace un tiempo a alguien se le ocurrió añadirle el término “sugerencias” a estos departamentos, pero sospecho que las personas que atienden no han de haber oído muchas sugerencias sino más bien solo quejas. Mis respetos para la paciencia de estos héroes anónimos.

Y es que a la gente le gusta quejarse. Del gobierno, del clima, de su pareja, de sus hijos, de su trabajo, de su sueldo, de lo que hace la otra gente, en fin, de todo lo que no sea ellos mismos.

Piénsalo, los ineptos, los mediocres, los corruptos son los demás, porque cuando se trata de que yo incurra en lo mismo de lo que me quejo, siempre hay una excusa perfecta que me justifica.

Quejarse es un modo de evidenciar la conducta víctima que nos es tan cómoda y familiar. Es mi modo de decirle al mundo: yo no soy responsable de las cosas. Los demás me echan montón. Me quejo de la pobreza pero regateo el trabajo de los pobres, me quejo de la corrupción pero doy soborno, me quejo del gobierno que yo elegí pero si me encuentro en la posición de ellos incurro en las mismas acciones de corrupción. ¡De lo que más me quejo es de todo aquello que me impide salirme con la mía!

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En transformación, podemos conseiderar que la queja es una conducta víctima y lo que busca es validar mi razón ante los demás. Y si los demás no me dan la razón con mi queja, entonces ellos también están mal y me quejo también de ellos.

Quejarse es salir a buscar los responsables de mis resultados afuera de mi y luego buscar en los demás que me digan: “pobrecito, tienes razón, así no se puede”.

Al final lo único que hacemos es rociar mala leche a nuestro alrededor, contaminarle el día a todos los que nos escuchan quejarnos sin parar.

No sería mala idea de pronto agregarle “y sugerencias” a nuestra ventanilla personal de quejas, las quejas que damos podrían en todo caso ir acompañadas de una propuesta o un compromiso para hacer que el asunto cambie. Y cuando nos toca ser quienes escuchemos las quejas de otros, igual podríamos apoyarlos pidiéndoles una sugerencia o un compromiso de su parte para solucionar la situación que originó la queja.

Y es que una cosa es identificar algo que no funciona y proponer una solución que solamente evidenciar un contexto de: “todos están mal menos yo”.

Quejarse no causa transformación. No transforma nada

¿Tú qué tanto te quejas? ¿Crees que tus quejas estén de algún modo limitando tus resultados y tus relaciones? ¿Será que es momento de rediseñar ese espacio para crear algo nuevo y que realmente te funcione?


Bernardo Villar
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