La importancia de perdonarte a ti mismo
En dos artículos anteriores he hablado sobre dos aspectos del perdón. Pedirlo y darlo. Pedirlo sin esperar recibirlo para no ser rehenes de la voluntad de terceros y darlo sin esperar a que lo pidan, ambos como actos liberadores que permiten crear un espacio de creación.
Me resta abordar un aspecto más del acto del perdón: perdonarse a si mismo.
Tal vez sea éste el acto de perdón más complicado puesto que al mismo tiempo somos rehenes y captores de nuestras propias historias pasadas.
Todos hemos cometido errores, y muchos de ellos han afectado nuestra vida de un modo definitivo. Una persona que dejamos ir, una reconciliación que nunca buscamos, algo que dijimos que causó daño a nosotros mismos o a terceros, alguna acción que nos provoca arrepentimiento o tal vez incluso, remordimiento. Es ésto último, el remordimiento, el sentimiento de culpa,es causado ese diálogo interno del perdón a nosotros mismos.
Por un lado, nos sentimos mal por lo que causamos y nos acusamos, juzgamos y condenamos. Creamos una idea negativa de nosotros mismos y nos condenamos a usarla. Es más sencillo perdonar a otros que a nosotros porque no estamos conscientes de que ésto ocurre. Sabemos que nos sentimos mal por tal o cual cosa que hicimos, pero no nos damos cuenta que nos sentimos así por lo que pensamos de nosotros por haber actuado así.
Es mas, estamos condicionados por nuestro contexto para sentirnos así: Si no sentimos remordimiento (no arrepentimiento) por lo que hicimos, sentimos que estamos mal, creemos que si actué mal debo cargar con esa culpa el resto de mis dias y sobre todo, demostrar que me pesa todo el tiempo. Piénsalo, ¿tu esperas que un asesino muestre arrepentimiento por sus actos, o esperas que también sienta remordimientos, sufrimiento auto inflingido por haberlo hecho? Yo creo que estamos condicionados para esperar ambas cosas, y por lo tanto mostrarlas cuando nos sentimos culpables.
Como en todo acto de perdón, perdonarnos no implica aceptar como correcto el hecho, no implica exculpar a nadie, no implica estar de acuerdo. Implica aceptar que lo que fue, fue como fue y nada va a cambiarlo. Implica soltar la historia que nos contamos de nosotros al respecto. Terminarla para poder comenzar una historia nueva. Es un acto de amor a nosotros mismos que es fundamental para poder expresarlo también a otros.
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