El amor es la respuesta.
¿O tal vez es la mejor pregunta? Decir te amo no es definir lo que siento, sino declarar un compromiso ¿estás dispuesto?
Amar es estar comprometido con otra persona y sus sueños incondicionalmente. Sin importar qué. ¿Estás dispuesto?
Amar no depende de ser amado por quien se ama. ¿Estás dispuesto?
Amar es jugar a que todos ganen ¿estás dispuesto?
Amar es enrolar todo el tiempo ¿estás dispuesto?
Amar es incómodo ¿estás dispuesto?
Amar es correr riesgos ¿estás dispuesto?
Amar no es hacia mi sino hacia los demás ¿estás dispuesto?
Quiero decir, realmente dispuesto. No por decir lo que suena bonito.
Y si estás dispuesto, ¿con qué acciones lo manifiestas?
La respuesta no es el amor, sino la acción que tomes desde el amor.
Quiero decir, el amor es una pregunta contínua, una interrogación constante: ¿Estás dispuesto(a) a ser tú, sin máscaras, sin actos, sin simulacros? ¿Tienes la valentía de arriesgarte a que te duela?
¿Estás dispuesto?
¿Estás dispuesto a aceptar a los demás sin exigirles que sean quien tú querrías que fueran?
Porque cuando nos preguntamos en este contexto ¿Qué es el amor? es sencillo contentarnos con la respuestan fácil, con referirnos a los modelos que nos han impuesto otros. Y entonces, tenemos una idea de cómo debe verse el amor, y esperamos justo eso. Pero cuando el amor se ve distinto a las películas, cuando el amor se oye distinto que las canciones…. entonces concluimos que no es amor
Que ya no lo es o que nunca lo fue.
Porque nos enfocamos en la respuesta. No en nuestra respuesta, sino en la respuesta que alguien más nos dio.
Y no nos animamos a ponerla en tela de juicio, no nos animamos a ponerla en duda.
Tal vez porque es incómodo arriesgarnos a averiguar si en verdad estamos dispuestos a que sea algo distinto para nosotros.
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