¿Lo que sabes es la VERDAD?

Transformación: Reflexiones y Distinciones: 1
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Villar, Bernardo (Author)
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Muchas veces vamos por la vida dando por hecho que todo lo que sabemos es verdad. Lo usamos com marco de referencia para obtener certeza y funcionar en la vida diaria. Se puede conocer la verdad? veamos…

¿Puedes conocer la verdad?

¿Alguna vez estuviste seguro de conocer algo? ¿De saber sobre algún tema? ¿De saber cómo es alguien?

¿Alguna vez tuviste la sensación de que estas certezas se interpusieron entre tu y la posibilidad de crear algo nuevo?

Para el ser humano es importante tener razón, saberlo todo, mostrarnos como la máxima autoridad en todo. Tener la respuesta ántes de que se formule la pregunta. Es un modo de mostrarse superior, confiable, mejor que los demás. Pero también es aferrarse a una zona cómoda: Lo que ya conozco. Lo que se que se. O lo que creo que se.

Y este “yo se lo que se” es especialmente peligroso cuando lo confundo con “lo que sé es la verdad”.

La “verdad” es algo definitivo. La verdad no sufre cambios, y sin embargo podemos ver cuántas verdades ha habido en la historia que resultaron no serlo.

Saberlo todo es presentarse como un contenedor lleno donde no cabe nada más, nada nuevo es aceptado.

Ésto no es una idea ni nueva ni revolucionaria y mucho menos mía. Una historia zen aborda el tema:

Un notable filósofo occidental visitó a un antiguo maestro Zen para inquirir, con cierto aire de superioridad y escepticismo, en el secreto de su sabiduría.
“¿Le gusta el té?”, le preguntó el monje.
“No mucho, pero probaré el suyo”, respondió, aceptando la taza que se le ofrecía.
El maestro comenzó a servir el té en la taza del filósofo hasta que una vez llena comenzó a rebosar y a desparramarse por el suelo.
El visitante al ver que el monje seguía vertiendo té se puso en pié de un salto y dejando caer la taza exclamó: “¡Pero hombre, qué está haciendo…!”
Entonces el monje recogió la taza del filósofo, le sirvió té sin llenarla y se la ofreció diciendo: “Usted ha llegado aquí con su mente llena a rebosar de sus propios conceptos. Si no la vacía no podrá aprender nada nuevo, porque usted ya está repleto”.

En este artículo el enfoque que quiero darle es el de las relaciones humanas.

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¿Cuántas personas que conocemos: amigos, familiares, compañeros de la escuela o del trabajo “ya sabemos cómo son? ¿Cuántas personas ya tenemos etiquetadas de algún modo, ya sea por experiencia propia o por opiniones ajenas? Cómo esa certeza de saber cómo es cada quien ha creado barreras que evitan que puedas conectar con ellas de un modo distinto?

¿Cuántas veces te has sentado a platicar con tu pareja para discutir algún punto importante con la certeza de qué vas a escuchar y quién es tu pareja? ¿Será que esa certeza te cierra grandes posibilidades de crear cosas nuevas en esa realación?

¿Es posible que algunas veces no quieras oir los argumentos de otras personas, tal vez de tus hijos porque “ya sabes lo que te van a decir”?

Ese espacio de “yo ya lo se” interfiere con la escucha. No podemos oir mas que lo que estamos listos a oir e interpretamos lo que oimos de modo tal que sea congruente con lo que “sabemos”

Los seres humanos somos dinámicos, cambiamos, aprendemos, cambiamos de opinión. Quien yo soy ahora escribiendo este artículo no será el mismo que hoy vaya a la cama en la noche. Quien hoy duerma en mi cama puede ser casi igual o enteramente distinto.

Y dar por sentado que sabemos cómo es la gente que “conocemos” nos hace perdenos de la riqueza del trabajo en proceso que es siempre el ser humano. La gran oportunidad de maravillarnos con la gente, con el mundo a nuestro alrededor.

Sería rico tomar el riesgo de re-conocer a las personas cada vez que las vemos, dejar atrás nuestra experiencia anterior de ellas para volver a conocerlas por primera vez, sin buscar razones para validar nuestra experiencia anterior de ellas.

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¿Qué tal si hoy vemos la posibilidad de re-conocer a todas las personas que nos encontremos entregándonos a la experiencia con una taza vacía?

¿Qué tal si nos tomamos el riesgo de re conocer la verdad?

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conocer la verdad
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Bernardo Villar
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