El Momento de la Transformación

Aunque el entrenamiento de transformación lleve cierto tiempo en completarse, la transformación en sí no es un proceso. La transformación no se da poco a poco, ocurre en un momento que para muchos es bastante claro una vez que lo has vivido. Es un “momento ¡Ahá!”, un momento en el cual de pronto todo cae en su lugar y a partir de entonces no puedes volver a ver el mundo como lo veías antes de ese punto. Ese momento en el cual todo cobra sentido y parece tan claro que se hace parte de quién eres para siempre.

Todo el asunto de los talleres de transformación (Básico y Avanzado) va dirigido a facilitar el espacio en el que pueda ocurrir este “momento ¡Ahá!. El programa de liderazgo se trata de entrenarte a ser esa nueva persona de un modo sustentable por el resto de tu vida.

Yo tengo claro cuándo fue mi “¡momento Ahá!”. Ocurrió a las tres de la madrugada el viernes (más bien sábado) de mi Taller Básico. Me acuerdo que salí más que enojado esa noche defendiendo lo insostenible de mi razón. Me caía mal todo el mundo, mis compañeros del taller, el entrenador, todos los que estaban en puertas, especialmente mi esposa por haberme enrolado. ¡Yo estaba bien y el resto del mundo estaba mal!. Llegué a la casa de mi hermano y me dormí refunfuñando. De pronto, alrededor de las tres, abrí los ojos y me paré como impulsado por un resorte. ¿Con que de eso se trataba? ¡Ahora estaba todo claro! Ya no era posible volver atrás. Ese momento cambió mi vida para siempre. El resto fue llenar ese nuevo espacio de ser de todas las posibilidades que hasta entonces no existían en mi vida. Desde entonces he tenido varios momentos de esos, pero han sido complementarios del primero, ese que transformó para siempre el modo en que yo interpretaba el mundo.

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Este tipo de momentos en los que todo se ve claramente no son nada raros, son el momento “eureka” de Arquímedes, son el momento de la caída de la manzana de Newton, son saltos cuánticos en la consciencia del ser.

Y si no son raros, tampoco son nuevos. Ya los griegos tenían identificado un modo de aprender que veían como una transformación y lo llamaban “Metánoia. Metánoia es un cambio de opinión, modo de pensar o modo de entender algo de tal manera que la persona que la experimenta no vuelve a ser la misma de antes.

Este mismo término lo ha utilizado el cristianismo para definir los momentos en los que se vive una conversión súbita, como por ejemplo, la historia del viaje de Saulo de Tarso hacia Damasco. (Solo es un ejemplo para decir que este tipo de aprendizaje o transformación, no es nada nuevo y que se conoce desde hace muchísimo tiempo)

Lo novedoso de la transformación en nuestros entrenamientos es que no tenemos que esperar a que pase algo externo para que podamos ver el mundo de un modo inevitablemente nuevo. Estos entrenamientos están diseñados de tal modo que crean el espacio propicio para que este momento, este salto cuántico de consciencia ocurra.

Por eso nunca estás en proceso de transformación. O te transformas o no te transformas, no puedes quedarte a medias.

Y no es que te transformes en nada, sino que transformas el modo en que ves las cosas, el modo en que experimentas el mundo, no como una realidad dada sino como una interpretación consciente.

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Pero por supuesto, no olvidemos que la metánoia no es un fenómeno de la enseñanza sino del aprendizaje, y como todo aprendizaje, parte de la participación activa y abierta de la persona que está aprendiendo. Que la transformación ocurra no depende del taller, del entrenador, del centro de transformación ni de los demás participantes. Depende completamente de tí. En este entrenamiento no vas a encontrar nada que no sea lo que tu mismo(a) lleves a ellos.


Bernardo Villar
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