Una frase popular en los talleres de transformación es: “La transformación no tolera la mediocridad”. Bueno, en realidad, siempre y cuando estés consciente de que la estás eligiendo, técnicamente la transformación no tiene nada en contra de la mediocridad, sería tu elección y tu responsabilidad tus resultados. En general podría decir que para los que digan “yo elijo ser mediocre”, esa supuesta elección es solo una “excusa perfecta” para justificar sus resultados insatisfactorios. La pregunta es, ¿de qué te sirviría elegir mediocridad?
Mediocridad se define de muchos modos, todos apuntando hacia incapacidad, mala calidad, insuficiente, sin importancia, falto de valor, de interés. No me puedo imaginar a muchas personas anhelando lograr ser mediocres.
El modelo de liderazgo que proponemos en transformación llama a todo lo contrario. Mediocridad implica jugar a no perder, no tomar riesgos, hacer solo lo suficiente, a participar en el equipo desde la banca, a dar menos del 100%.
Una persona mediocre (no es un adjetivo despectivo ni un juicio de valor) es una persona que entrega menos del 100%, ¿Qué es el 100%? Todo lo que puede dar. Ese 100% es distinto para cada quien y puede cambiar de día a día, pero sin importar cuánto sea, siempre es el 100% Un líder da el 100% todo el tiempo porque no encuentra sentido en quedarse con algo. Liderazgo y mediocridad son conceptos que se contraponen.
¿Por qué podríamos querer no dar el 100%? Para estar seguros, para quedarnos con algo por si se ofrece, para evitar dolor, sufrimiento y simplemente porque es más fácil no darlo. Al final, tengo siempre una excusa perfecta para no haberlo dado.
Dar el 100% implica tomar una postura, la que sea, y comprometerse con ella hasta las últimas consecuencias. Implica hacer míos mis resultados, implica elegir que mi vida cuenta y hacerla contar. Implica la consciencia de que en algún momento me voy a morir y no se cuándo va a ser ese momento, así que no tengo tiempo como para dejar las cosas para mañana.
Dar el 100% es el único modo de dormir tranquilo con cualquiera que sea tu resultado, si tuviste éxito o si fallaste. Cuando das el 100% sabes que hiciste todo lo que fuiste capaz de hacer, no faltó nada de ti y que mañana volverás a hacerlo, a dar el 100% porque si va a ser depende solamente de ti y cuánto de ti entregues a tu visión.
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