Viajemos en el tiempo unos 20 mil años. Estamos con nuestra tribu de cazadores recolectores en medio de la pradera. A tu cargo está decidir si vamos hacia el norte o hacia el sur a buscar una manada de mamuts. Elijes ir hacia el sur, se ponen en marcha, un día, dos días, tres días… no hay mamuts por ningún lado, la gente tiene hambre. Al cuarto día te comienzan a ver con resentimiento, al quinto día sin comer comienzan a pensar como una buena opción comerte a ti. TE EQUIVOCASTE.
Llegan a una planicie espectacular y llena de arbustos con bayas. Como jefe de la tribu, ordenas que las recolecten para comer. Resultan ser venenosas y enferma la mitad del grupo. Te volviste a equivocar. La gente comienza a complotar contra ti.
Se acercan otros humanos, ¿Amigos o enemigos? Te parece que son amigos, no lo son y los esclavizan a todos. Te volviste a equivocar.
Nadie quiere a la gente que comete errores en la tribu. Pone en riesgo al grupo. Por lo tanto, no consigue las esposas, los amigos, vive apartado y su voz no es tomada en cuenta. Pierdes todo y alguien mas te remplaza.
Fin de la historia.
Se me ocurre que el miedo a equivocarnos viene de historias como la anterior, de algún modo instintivo sabemos que equivocarnos puede acarrear desgracias para mi o mi grupo, así que nos comprometemos a no equivocarnos nunca.
Este terror a perder nuestro lugar en la sociedad, nuestro estatus, nos persigue como personas hasta nuestros días. Es importante para nosotros mostrarnos como infalibles. Nuestra opinión es la correcta, nuestro juicio es el correcto, nuestras acciones son las correctas. Tienen que serlo o mi imagen (la historia que otros se cuentan de mi) está en peligro. Si se dan cuenta de que me equivoco podrían pensar que no soy perfecto, no me respetarán y nadie querrá estar conmigo. Así que tendré razón aunque no la tenga. No aceptaré estar equivocado y todas mis acciones estarán siempre dirigidas a reafirmarle a todos que yo soy digno de admiración. Ellos se equivocan y yo no.
Al final, lo aceptemos o no, nos equivocamos todo el tiempo. Es un resultado inevitable de tomar decisiones. Nadie elige algo pensando que no va a funcionar. Elegimos todo el tiempo lo que para nosotros, con los datos disponibles en el momento es lo correcto. Y el asunto es que una decidió no es correcta ni incorrecta, el resultado puede ser conveniente o inconveniente. Una decisión es correcta o incorrecta hasta que sus consecuencias son evidentes. Hasta entonces es solo una decisión mas.
La mayoría del tiempo tomamos decisiones que resultarán ser equivocadas. Es inevitable. Aunque las ocultemos o las maquillemos para que no se noten, las tomamos y resultaron como resultaron.
Aferrarnos a tener razón aun cuando no la tengamos es no querer ver que estamos donde estamos y que desde ahí podemos crear algo nuevo, hacernos cargo de lo que creamos con la decisión que no funcionó y tomar otra decisión. Si ni siquiera aceptamos que el error existe es imposible tomar acción. No se puede corregir un error si no existe, ¿correcto?
Equivocarnos no habla mal de nosotros, todo lo contrario. Habla de que tomamos decisiones, ejercemos liderazgo, tomamos responsabilidad y nos abre el espacio a crear posibilidades infinitas de acción.
No temas equivocarte, quiere decir que estás tomando acción en tu vida.
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