¿Cuántas veces te has detenido de hacer algo por miedo a equivocarte? ¿Por no querer tomar una mala decisión? Probablemente, muchas veces. Y es normal, ya que todos queremos evitar las consecuencias negativas que pueden venir de tomar una mala decisión. Pero ¿y si te dijera que no hay buenas ni malas decisiones? ¿Que solo hay decisiones?
En un enfoque transformacional, se considera que todas las decisiones son igualmente válidas. En todo caso, lo que puede haber son decisiones mal tomadas, es decir, decisiones que se han tomado de manera irreflexiva o irracional. Pero irracional no significa irrazonable. Es decir, una decisión puede ser razonable aunque no tenga el resultado esperado.
Tomamos la mejor decisión posible con los datos disponibles
Cuando tomamos una decisión, lo hacemos con los datos de los que disponemos en ese momento. Ponderamos pros y contras, evaluamos las posibles repercusiones y evaluamos los escenarios probables. Y entonces, tomamos una decisión. En ese momento, la decisión no es buena ni mala, simplemente es una decisión.
Etiquetamos las decisiones como buenas o malas en función del resultado que buscábamos y si este resultado se presentó o no. Pero el resultado no siempre está en nuestras manos. Lo que sí está en nuestras manos es nuestra capacidad para reaccionar ante los resultados, sean buenos o malos.
Las decisiones mal tomadas son sólo una muestra de que algo no funcionó
Si el resultado no es el esperado, eso no significa que la decisión haya sido mala. Simplemente significa que algo no funcionó, que hubo alguna acción cuyo resultado no fue el esperado. Y eso no debería causarnos culpa.
No tomar una decisión es en sí una decisión
Es importante destacar que no tomar una decisión también es una decisión en sí misma. Si optamos por no decidir, estamos permitiendo que agentes externos tomen las riendas de nuestra vida y determinen su rumbo. Es por ello que es fundamental tener la capacidad de tomar decisiones razonables y consideradas, incluso si el resultado no es el que esperábamos. De esta manera, estamos en control de nuestra propia vida y somos responsables de nuestros propios resultados.
Tomar decisiones es nuestra responsabilidad
Cuando tomamos una decisión, podemos elegir que sea razonable o irrazonable. Podemos tomar riesgos y hacernos responsables de los resultados, cualesquiera que estos sean. Si no tomamos decisiones, lo que estamos siendo es irracionales. No tiene sentido pensar que el resultado que queremos se dará automáticamente. Y si lo que queremos es evadir la responsabilidad del resultado, entonces tenemos que aceptar que el resultado, sea cual sea, también será nuestra responsabilidad porque fuimos nosotros quienes elegimos no decidir.
¿Por qué no tomar una decisión de cualquier modo?
En definitiva, lo importante no es tanto tomar decisiones acertadas o equivocadas, sino tener la capacidad de tomar decisiones conscientes y asumir la responsabilidad de los resultados. Si bien no podemos controlar todo lo que sucede en nuestras vidas, sí podemos controlar nuestra actitud frente a los desafíos y las decisiones que se presentan en nuestro camino.
Así que no hay para dónde hacerse: si decides es tu responsabilidad, y si no decides, también es tu responsabilidad, así que, ¿Por qué no tomar una decisión de cualquier modo?”
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