El concepto y la experiencia son dos elementos fundamentales en la forma en que los seres humanos percibimos y entendemos el mundo que nos rodea. A través de la creación de ideas y juicios, construimos nuestra propia realidad y moldeamos nuestra forma de interactuar con el entorno y con nosotros mismos. En este artículo, exploraremos más a fondo el concepto y la experiencia y su importancia en nuestra vida cotidiana.
Diferencia entre concepto y experiencia
concepto
Representación mental de un objeto, hecho, cualidad, situación, etc.
experiencia
Conocimiento de algo, o habilidad para ello, que se adquiere al haberlo realizado, vivido, sentido o sufrido una o más veces.
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El ser humano crea ideas sobre el mundo y sobre él mismo. Crea juicios sobre el mundo, es decir, tiene opiniones sobre cómo son o deberían ser las cosas, inclusive él mismo.
Y es a través de estos juicios y opiniones que se relaciona con su realidad: sus ideas, sus juicios y opiniones se convierten en un filtro a través del cual observa y se relaciona con el mundo.
Estos juicios, conceptos y opiniones son tan cotidianos y han estado ahí desde hace tanto que termina por tomarlos como “la realidad” olvidando que tan solo son eso: juicios y opiniones; conceptos que describen algo pero no son ese algo que describen.
La experiencia, por otro lado, es un tipo de conocimiento no conceptual que tiene que ver con la interacción con el mundo tal como es, no a través de ideas y conceptos. En todo caso, la experiencia lleva a la persona a crear sus propios conceptos, a formular juicios y opiniones propias, basado en la interacción directa con el mundo.
Difícil, fácil, triste, riesgo, justo, injusto, bonito, feo, éxito, fracaso, etc. son conceptos, ideas que comunican un tipo de relación específica con las circunstancias de la vida
Son juicios y opiniones que abren ciertas posibilidades de ser y hacer y cierran otras
El asunto es que cuando, en automático, nos relacionamos con la vida a través de estos conceptos, olvidando que son eso: conceptos y tomándolos como “así son las cosas”, las posibilidades de ser y actuar se ven reducidas a sólo las actuales.
En el momento en que nos permitimos experimentar la vida directamente, no a través de conceptos, tenemos la posibilidad de cambiar la conversación que constituye nuestro contexto de vida, y es en ese momento cuando la vida comienza a mostrarse de una nueva manera: una que habilita maneras de ser y actuar que antes no estaban presentes, aumentando nuestra efectividad para manejar las circunstancias de la vida.
A eso se le llama vivir en maestría
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