Tener los pies en la tierra significa ser realista, razonable, no soñar que las cosas son como no son; no tomar riesgos. Significa hacer más de lo mismo.
¿Puedes creer que nada de lo que hoy disfrutas ha provenido de tener los pies sobre la tierra? Si en la edad media alguien hubiera sugerido trasladar el poder de los nobles y reyes al pueblo, le hubieran dicho:¡Vamos! ¡Pon los pies en la tierra! Seguro a Colón le dijeron muchas veces: “Pon los pies en la tierra, ¿Cómo pretendes cruzar el océano?
Los derechos humanos, los derechos de los niños, el voto femenino, la máquina de vapor, el motor de combustión interna, la comunicación inalámbrica, el uso de la electricidad, vaya, todo lo que hoy ves y disfrutas en tu mundo moderno y cómodo existe porque alguien en su momento no puso los pies en la tierra.
Por definición, con los pies en la tierra no se avanza. Al menos hay que tener uno en el aire para dar un paso. Y los saltos requieren, por definición también, que los dos pies no estén en la tierra mientras ocurre. El mundo avanza cada vez que los pies no están en la tierra.
Ése es el espacio del líder: ver cosas que no existen, identificar qué está faltando, ver más allá: levantar los pies del piso e inspirar a otros a que den el salto con él. El líder consigue resultados irrazonables justamente porque no tiene sus pies en la tierra, porque sueña y toma acción para materializar sus sueños. Un líder no ignora cómo son las cosas, sabe lo que es tener los pies en la tierra, pero también sabe cómo quiere que sean las cosas y para ello da el salto al vacío. Y vuela.
El mundo no es como es, el mundo es como lo hemos hecho. Y yo elijo pensar que es posible hacerlo de otro modo. Tal vez no sea cierto, tal vez no tengo los pies en la tierra, pero es una postura que elijo asumir como mi postura, como mi visión.
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