¿Qué pasa cuando las elecciones que tomamos no funcionan o lastiman a alguien? ¿Cómo hacerse cargo de nuestras acciones y tomar medidas para reparar el daño causado? En este artículo, exploraremos la importancia de asumir la responsabilidad y encontrar soluciones para enfrentar las consecuencias de nuestras decisiones.
Responsabilidad y hacerse cargo.
Hemos dicho otras veces que dentro la las más importantes distinciones de Transformación se encuentra la integridad como la cancha sobre la cual se juega el juego de la vida y que permite que ese juego pueda jugarse y ganarse consistentemente.
Pues bien, la responsabilidad, o el hacerse cargo es la maquinaria con que se construye ese estadio en donde está la cancha de integridad sobre la cual se juega tu vida. Hablemos un poco sobre eso.
Y es que muchas veces responsabilidad se menciona casi solamente como una definición: ser capaz de responder. Y a menudo ahí queda medio ambiguo su significado.
Y es que se responsable es más que ir al trabajo y hacer lo que se supone que se debe hacer. Responsabilidad yace a un nivel más básico en la capacidad de transformar la vida, a tal grado que ahora la estoy poniendo como anterior a, incluso, la integridad.
Para que no haya mucho error, vamos a definir de esta manera, responsabilidad como la capacidad de hacerse cargo. Hacerse cargo ¿de qué? Hacia allá vamos ahora.
Hacerse cargo de uno mismo, para empezar. Hacerse cargo de la propia vida, quitándole la esa caga a terceros. Así, de tu vida no tienen que hacerse cargo tus padres, tus amigos, tus parejas, tu gobierno, etc….
Hacerse cargo de tus creencias, tus acciones y tus resultados. Muy bien, mucho de cómo interpretas quién eres, cómo es el mundo y cómo debes actuar en él lo aprendiste. Se te enseñó de pequeño y de uno u otro modo te ha funcionado, o no estarías aquí leyendo ésto. Sin embargo, ahora que eres adulto tienes la posibilidad de examinar esas creencias y elegirlas o tomar otras. Puedes hacerte cargo de lo que estás eligiendo creer, ser y hacer en el mundo.
Hacerse cargo de las elecciones que se han tomado, hayan tenido el resultado que hayan tenido. Si funcionaron, ¿Qué vas a hacer con ellas? ¿Si no funcionaron, qué vas a hacer con ellas? ¿Si lastimaste a alguien, qué vas a hacer al respecto, si te lastimaste tú, qué vas a hacer al respecto?
Hacerte cargo de quién dices que eres y de los acuerdos que haces contigo y con otros seres humanos.
Una vez que eres capaz de hacerte cargo de ti (todo lo anterior) puedes comenzar a pensar en hacerte cargo de otras cosas que constituyen tu mundo, como por ejemplo, tus relaciones, la manera en que eliges relacionarte con otros seres humanos, con tu sociedad, con tu medio ambiente, con tu especie… comenazar a hacerte cargo de todo sin esperar a que alguien más lo haga.
A eso le llamamos pararte responsable, es decir, pararte en el mundo como si tú, no tuvieras la solución, sino como si tú fueras de hecho la solución. Y esto no es un hecho, no es verdad. Es una postura que puedes tomar ante la vida.
¿Qué alternativas hay?
Pues bien, si tú no te haces cargo, alguien más va a hacerlo, ¿correcto? Alguien más va a tomar decisiones sobre ti y sobre tu mundo. Tus papás, tus hijos, tus amigos, la sociedad, el gobierno, la iglesia a la que pertenezcas… Dios.
Y dejar que otros se hagan cargo de eso que te corresponde a ti te termina convirtiendo en una vícitma de los demás.
¿Pero sabes algo? Eso es muy conveniente: justificar lo que no está funcionando ahora en tu vida con lo que alguien más decidió porque tú no pudiste decidir nada, ¡es genial! Ya tienes a quien culpar. Escudarte en una religión para justificar tu infelicidad la hace válida y convierte en los villanos de la historia a tu Dios y tu religión.
Cuando el estado tiene que hacerse cargo de ti, estás cargándole ese peso, no al estado, sino a la gran cantidad de particulares que financian al estado. Cuando eres infeliz porque te atrapas en unas supuestas leyes divinas, estás cargándole a Dios el resultado, y ya no eres tú sino Él el que fracasa o tiene éxito.
Y esta alternativa tiene un asunto muy grave: es un juego en el que no gana nadie. En especial no ganas tú.
No importa que tengas las mejores excusas para ser infeliz, para estar solo, para no tener el resultado (y todas estas razones pueden ser válidas desde donde las estás viendo ahora) la realidad es que NO TIENES LOS RESULTADOS QUE QUIERES.
Puedes continuar siendo la vícitma de tus padres, de la educación que te dieron, de la identidad que te forjaron, puedes ser la víctima de tu pareja, de sus maneras de ser y sus elecciones, puedes ser la vícitma de tu jefe y de tus amigos, puedes ser la vícitma del sistema económico, del partido político, de tu presidente, puedes continuar actuando como víctima de tu iglesia y de tu Dios…
O puedes comenzar a hacerte cargo de ti, de tu vida y de todo lo que constituye tu mundo.
No tienes que hacerlo.
Puedes elegirlo.
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